Por Joshua Politi Torres, Encargado MEJ Antofagasta
En estos días, la Iglesia rememora la crucifixión y muerte de Cristo. El sábado santo nos recuerda el dolor de la Virgen María al ver a su hijo crucificado, pero también recuerda su fe en la resurrección de su hijo.
Este es un día dedicado especialmente a la Virgen María, que está triste por la muerte de su hijo pero, además, es un día de espera y recogimiento por la promesa hecha por Jesús: “Al tercer día resucitaré de entre los muertos”.
La actitud que presenta María respecto a la situación de su hijo es admirable, nos enseña y nos hace preguntar: ¿Está todo perdido?.
Cuando todo es desolación, María confía en las promesas de su Hijo y conserva la esperanza en su interior. Está dolida por la muerte de su hijo ciertamente, pero mantiene viva la llama de la fe. Cuando todos parecen dar la espalda, allí está la Madre, de pie, en esperanza.
Muchas veces en la vida, tenemos la impresión de que todo es un fracaso. Que las situaciones que vivimos ya no tienen solución, que no podemos dar un paso atrás aunque quisiéramos, pero cuando está Dios en nuestra vida, aunque bajemos a la profundidad de los sepulcros, siempre allí habrá una esperanza.Pidámosle a María que nos acompañe en aquellos días oscuros y de muerte para que tampoco nosotros perdamos la esperanza y ella nos ayude a seguir creyendo en la vida y esperando la resurrección.
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