Varias son las canciones que hoy, en época de pandemia, han vuelto a salir con versiones que juntan a distintos artistas para poder entregar un mensaje de esperanza, de fuerza o de lucha. Una de las canciones que tiene su versión de cuarentena es “Latinoamérica”, de Calle 13, o también llamado por mucho/as como el himno de nuestro continente. Esta canción, que salió el 2010, es lo que se puede llamar como un símbolo de la lucha de este continente por sus derechos a lo largo de la historia y es la canción que aún escuchándola con frecuencia sigue causandome esa sensación de “piel de gallina”.
“Tú no puedes comprar mi alegría, tú no puedes comprar mis dolores” es parte de lo que menciona el coro donde se hace énfasis en que la naturaleza misma, las vivencias, las alegrías, los colores de este pueblo al que llamamos Latinoamérica no es algo que se puede comprar con dinero, sino que es parte de cada una de las personas que lo componen sin mencionar países específicos. Hoy en día, donde el capitalismo nos inunda y pareciera que el consumo de cualquier bien material es más importante que nada. En época de pandemia vale la pena detenerse a escuchar esta canción, mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta que a ojos de Dios, no existen fronteras o diferencias sociales solo personas dignas de amar y ser amadas.
No obstante, el mensaje de esta canción se entrecruza con un tema clave para los tiempos en los que vivimos. Latinoamérica representa un himno de un continente que tiene una historia en común, una vivencia de un pueblo que tiene tanto para compartir, pero que en la actualidad está tan separado por barreras ideológicas. Si a nuestro país llega un migrante de este continente ¿cómo es el trato hacia él/ella? Y ¿qué sucede cuando llega un inmigrante europeo o de Estados Unidos? Pareciera ser que, si nos detenemos a ver nuestro comportamiento, éste varía bastante entre ambas personas. Al migrante europeo generalmente lo tratamos como un extranjero que viene a visitar y hacer negocios, a hacer crecer nuestra economía; por otra parte, si llega alguien de América Latina lo llamamos migrante, y ya no es el que viene a entregarnos su trabajo, su cultura, sino que viene a quitarnos el empleo y así empezamos a marcar una diferencia. ¿Acaso no somos un pueblo con la misma historia?
Latinoamérica no es una canción más de este grupo, sino que es un himno que representa la realidad de muchas personas de esta tierra y que día a día deben migrar en busca de nuevas oportunidades. Tomemos esta canción como una invitación a reflexionar sobre los/as migrantes, y sobre cómo debiera ser nuestra actitud hacia ellos/as. “Trabajo bruto, pero con orgullo” es lo que todos hacemos y que nadie debe quitarnos. Comencemos a dejar de lado las diferencias y límites autoimpuestos para compartir con aquel que lo está pasando mal y, por sobre todo, a solidarizar y extender una mano a todos/as los/as migrantes que se encuentran cerca nuestro porque tal como se menciona en Latinoamérica “aquí se comparte y lo mío es tuyo”.
Por Francisca Rodríguez