Por: Miguel Jesús Pedreros SJ.
Spinetta tenía algo especial. Su poesía y su música tenían una profundidad humana única. A veces complejo, a veces difícil de escuchar, como lo es la propia vida. El flaco cantaba con esfuerzo, como si le costara cada nota. Las letras, a veces entreveradas, hacen pensar que le faltaban palabras para expresar lo que estaba viendo y viviendo, como nos puede pasar a nosotros/as.
En un reciente documental hecho por NatGeo, la ex mujer de Spinetta dice: “Luis Alberto era el kamikaze, porque nunca se detuvo”. La frase, hace referencia a ese hermoso disco que es Kamikaze de 1982, dueño de lo mejor de la poesía del flaco y con un sonido acústico suave y agradable. No se trata de un hombre que haya avanzado en la vida sin misericordia, de hecho, el flaco era conocido por su bondad, por ser un tipo especial. Más bien, fue un hombre que nunca dejó de moverse por el sendero que le mostraba la vida, aunque a veces fuera riesgoso e incierto.
Cuando escuchas canciones como “Barro Tal Vez”, es inevitable sentir ese torrente de vida que desborda las venas del Flaco. Es imposible no conectarse con aquello que nos hace arder el propio corazón. Escrita por un adolescente de 16 años, “Barro Tal vez” puede ser de las canciones más fuertes de Spinetta, frases como “si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro” tienen una intensidad única. Parece como la declaración de principios de alguien que sabe que ha tomado conciencia de que la vida lo desborda y que hay que expresarlo de alguna manera. Y si hablamos de versos intensos, es que dice “Si quiero me toco el alma, pues mi carne ya no es nada”, lejos de encerrar una fantasía dualista, es la metáfora para decir que hay algo desbordante en la vida, que el amor, la intensidad, las vivencias que pasan por el cuerpo, necesitan proyectarse más allá.
Otra de las canciones emblemáticas de este disco, es “Quedándote o Yéndote”, que dice en uno de sus versos: “Y deberás amar, amar, amar hasta morir. Y deberás crecer sabiendo reír y llorar”. Pocas frases del Flaco son tan claras y directas. Aquí yace una verdad humana universal. Como creyentes en Jesús, no podemos sino sintonizar con ese deseo de amar hasta el extremo de gastar la vida por otros/as. Por otro lado, sabemos que, al lado de tanta belleza en la vida, también hay dolor, pérdida, tristeza. A veces reiremos junto a los que queremos, otras, reiremos en soledad, pero la clave es crecer, florecer, germinar, que para eso es la vida.
Al final de este disco, y menos conocida, aparece “Casas Marcadas”, de letra corta y sencilla, de melodía repetitiva, casi como una letanía, en la que repite “deja que la luz te brille, que brille toda tu vida”. Parece un mantra para que podamos convencernos, como estaba el Flaco, de que hay una luz dentro de nosotros/as que hay que dejar brillar. Si hay una convicción es esta obra es que, a pesar de las complejidades de la vida, de errores y llantos, somos luz y tenemos que atrevernos a brillar para otros/as. Hay que quitar las amenazas de sombras que opacan el amor que habita en nosotros/as.
Para estos días de crisis sanitaria y humanitaria, para estos días donde todo es incierto, la convicción de Kamikaze se vuelve luz a media noche, aún queda vida por vivir, no dejemos que la pausa nos ponga en pausa la vida. No permitamos que el miedo nos quite las ganas de vivir, pero, sobre todo, que el necesario cuidado personal, no nos quite las ganas de entregar la vida por los que más necesitan. Todos estamos en crisis, no hay heroísmos, todos necesitamos ayudarnos, construir un mundo justo, seguir soñando con vivir en justicia y en amor. Necesitamos seguir caminando, aunque en esta hora estemos haciendo una pausa, que parar solo es parte del camino.
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