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El tiempo de gracia de los jóvenes y la nueva iglesia

Por: Allan Garay, estudiante de 4to medio, Liceo José Domingo Cañas.


Hace tiempo vengo pensando en cómo nos afecta la crisis que hay en la Iglesia, esa Iglesia que amo. Pensando en eso, me he sorprendido de que a pesar de todo aún haya jóvenes en las parroquias, porque en realidad son ellos/as algunos de los más afectados, y quienes muchas veces son señalados con el dedo, agredidos verbalmente por llevar una cruz o por decir que son católicos. Esos son los jóvenes que dan vida a las comunidades (jóvenes de espíritu), jóvenes golpeados anímicamente, pero que aun así llevan una sonrisa en el rostro. Son aquellos que hacen lo que el Papa Francisco pidió en el encuentro con los jóvenes argentinos el 2013 “hagan lío, acá adentro va a haber lío”.


Soy un joven que ha vivido esta crisis, que se ha decepcionado, pero también que ha levantado la cabeza y se ha dado cuenta de que es hora de un cambio. Creo que los jóvenes tenemos el don de seguir adelante, como dijo el Papa Francisco en la JMJ de Brasil “por favor no se metan en la cola de la historia. Sean protagonistas. Jueguen para adelante. Pateen para adelante”. Tenemos una mente llena de sueños, algunos/as incluso sueñan con ser sacerdotes o religiosas, otros sueñan que sus familias vayan a esa mesa donde cada domingo nos reunimos a dar gracias, y así un montón de sueños más.


La realidad es que todos quieren hacer surgir a esta Iglesia que aman, que los acogió, aquella que los llena de amor. Hay millones de jóvenes que están listos para levantarse de ese sillón en el cual están acostados, inmersos en un desencanto. Son las cosas pequeñas de la vida, como lo es la sonrisa de un niño, o el tierno abrazo de un amigo lo que les puede permitir levantarse. Ellos están esperando que alguien los invite y les muestre a ese Jesús que ha venido por todos/as, no solo por los “perfectos” si no por esos que aún están buscando su lugar en el mundo.


Tenemos un don que muchos adultos perdieron, el don de soñar, ese don tan preciado y a veces tan poco valorado. En muchas ocasiones somos criticados por “andar en las nubes”, pero la realidad es que en las nubes se ve todo mejor y más claro, y es ahí donde nacen nuestros sueños de cambiar, de llevar la esperanza que muchos han perdido, y de volver a darle vida a aquellos lugares que en estos tiempos agonizan. Ahí es donde nace todo.


Esta es una invitación para aquellos jóvenes que están en las parroquias: nunca dejen de soñar, y tampoco se olviden de algo muy importante, la energía y el amor que tenemos que poner a cada una de las acciones que realizamos, qué sería de esta noble misión sin ese amor, que hubiera sido de Jesús sin su amor hacia nosotros ¿hubiera él continuado su misión? Yo creo que no y como fieles seguidores/as de Jesús tenemos que llevarlo siempre en el centro y demostrar día a día la energía y el amor que colocamos en cada una de nuestras acciones, al igual como él lo hizo por nosotros y no perder eso que nos caracteriza, como dice el Papa en su carta Christus Vivit “la iglesia de cristo siempre puede caer en la tentación de perder el entusiasmo, busquen la forma de sacar esta iglesia a la calle”.


Piensen en cómo se puede abrir esta iglesia que se ha encerrado en sí misma, esa iglesia que muchas veces le ha cerrado la puerta a lo nuevo, a lo diferente. Esa que se esconde en sus grandes templos y se olvida de la parte humana, se olvida del pobre, del que necesita ver el rostro de Jesús. Seamos nosotros agentes de cambio para esto, intentemos llevar día a día a Cristo a más y más personas, y muchas veces lo podemos hacer en las cosas más cotidianas de la vida, y con esto motivar a esos jóvenes que aún no le encuentran sentido a la vida. Ustedes son el futuro de esta iglesia, la iglesia que aman.


Quiero recordar la contraseña que nos dejó el Papa Francisco en su visita apostólica a Chile, antes mencionada por san Alberto Hurtado: “¿Qué haría Cristo en mi lugar? Qué haría cristo en mi lugar, en la escuela, en la universidad, en la calle, en la casa, entre mis amigos, en el trabajo; frente al que sufre bullying ¿qué haría cristo en mi lugar?”, quise recordar esta cita por lo importante que es Cristo en este camino, porque sin él nuestro camino no tendría sentido, siempre como jóvenes católicos en busca de un cambio debemos ser consecuentes, y pensar siempre como Jesús actuaría si estuviera en mi lugar. Recuerden siempre poner el amor, la dedicación, y la motivación que Jesús pondría en el actuar cotidiano.

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