Devociones marianas
Schoenstatt
Testimonio
Carolina Domínguez, miembro del movimiento Schoenstatt
"Madre y Reina"
Una forma de espiritualidad mariana es el movimiento de Schoenstatt, al que pertenezco. Es un movimiento de renovación de la Iglesia, fundado por el padre José Kentenich y un grupo de jóvenes en Alemania, específicamente en un lugar del pueblo de Vallendar llamado Schoenstatt. Este se basa en la “Alianza de Amor” que consiste en una alianza con María, a quien, por amor, se le entrega el corazón, para que Ella (quien también nos entrega su corazón) como Madre y Reina, nos guíe y lleve a Dios, obrando el milagro de la transformación interior.
Mi llegada al movimiento se dio porque mi hermano junto con un primo pertenecían a él, y yo como hermana chica veía lo felices que eran y los buenos amigos que tenían, entonces quise entrar también. Así, me encontré con un lugar lleno de jóvenes en el que todo giraba en torno a una capillita a la que llamaban ¨santuario¨ en la que principalmente había un tabernáculo y una imagen de la Virgen a quien llamaban ¨Mater”. Entré a un ¨grupo de vida”, en que nos juntábamos una vez a la semana para hacer comunidad, vincularnos y crecer en esta espiritualidad mariana con la ayuda de una jefa de grupo. Así, fui aprendiendo del movimiento, de su historia, de su fundador, y entendí que en Chile y en el mundo existen muchos santuarios de Schoenstatt, todos iguales en tamaño y distribución interior, justamente replicando el santuario original situado en Schoenstatt, Alemania, en el cual se selló la primera Alianza de Amor con María, y en donde se le pidió que se estableciera un santuario. Esto se hace también en cada nuevo santuario que se funda en el mundo, renovándose todos los 18 de cada mes. Así, entendí que cada vez que entro a cualquier santuario, me espera ahí María, para entregarme las gracias de la acogida, transformación interior y envío al mundo.
Después de un tiempo en el movimiento, quise sellar mi propia Alianza de Amor con María, y así lo hice. Esto consistió en entregarle mi corazón, con todas las personas a las que quiero, mis intereses, preocupaciones, poniendo todo en sus manos y con la disposición de acogerme a ella como su hija y sierva, sabiendo que esta alianza consistía en un intercambio de corazones, en que Ella también me entregaba el suyo, con lo más valioso que contenía: el amor a su Hijo. Básicamente, Ella se preocuparía de llevarme cada vez más a Cristo.
Hoy, María es la Madre y Reina de mi corazón y de mi vida. Intento cada vez más entregarle cada etapa que vivo, cada vínculo, cada decisión, para que sea ella quien me guíe cada vez más al cumplimiento de la voluntad de Dios. Muchas veces me equivoco, me caigo, pero ella como buena madre siempre está ahí. Y tengo la certeza de que como dice en todos los santuarios consagrados a ella, siendo su sierva, a pesar de que falle muchas veces, nunca pereceré.